Nuestra capacidad para pensar, sentir, movernos o recordar depende de algo tan minúsculo como las neuronas.

Estas células nerviosas son procesadores biológicos únicos, que codifican, transmiten y computan la información necesaria para que realicemos nuestras funciones a través del impulso nervioso.

Expresado en forma de señalas eléctricas, este recorre el axón neuronal a más de 100 metros por segundo y se propaga a otras neuronas a través de la sinapsis, el espacio que conecta a unas neuronas con otras.

El funcionamiento del sistema Nervioso (SN) depende de diferentes tipos de estructuras, que se conforman de diversos tipos de células, tales como las neuronas y las células gliales o neorogliocitos (o de soporte) que tienen sus propias estructuras y funciones, en este blog nos enfocaremos a la Neurona como la Unidad Básica del Comportamiento.

La neurona es la unidad estructural y funcional del sistema nervioso.

Recibe los estímulos provenientes del medio ambiente, los convierte en impulsos nerviosos y los transmite a otra neurona, a una célula muscular o glandular donde producirán una respuesta.

Historia A fines del siglo XIX, Santiago Ramón y Cajal situó por primera vez las neuronas como elementos funcionales del sistema nervioso.

Cajal propuso que actuaban como entidades discretas que, intercomunicándose, establecían una especie de red mediante conexiones especializadas o espacios.

Esta idea es reconocida como la doctrina de la neurona, uno de los elementos centrales de la neurociencia moderna.

Se opone a la defendida por Camilo Golgi, que propugnaba la continuidad de la red neuronal y negaba que fueran entes discretos interconectados.

A fin de observar al microscopio la historia del sistema nervioso, Cajal empleó tinciones de plata (con sales de plata) de cortes histológicos para microscopia óptica, desarrollados por Golgi y mejorados por él mismo.

Dicha técnica permitía un análisis celular muy preciso, incluso de un tejido tan denso como el cerebral.

Doctrina de la neurona

La doctrina de la neurona, fue establecida por Santiago Ramón y Cajal a finales del siglo XIX, es el modelo aceptado hoy en neurofisiología.

Consiste en aceptar que la base de la función neurológica radica en las neuronas como entidades discretas, cuya interacción, mediada por sinapsis, conduce a la aparición de respuestas complejas.

Cajal no solo postuló este principio, sino que lo extendió hacia una «ley de la polarización dinámica», que propugna la transmisión unidireccional de información (esto es, en un solo sentido, de las dendritas hacia los axones).

No obstante, esta ley no siempre se cumple. Por ejemplo, las gliales pueden intervenir en el procesamiento de información, e, incluso, la efapsis o sinapsis eléctricas, mucho más abundantes de lo que se creía, presentan una transmisión de información directa de citoplasma a citoplasma.

Más aún: las dendritas pueden dirigir una señal sináptica de forma centrífuga al soma neuronal, lo que representa una transmisión en el sentido opuesto al postulado, de modo que sean los axones los que reciban la información (aferencia).